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La metodología ágil se caracteriza por ciclos de entrega más cortos, lo que facilita una colaboración más estrecha con el cliente y agiliza la incorporación de cambios y ajustes solicitados durante el proyecto. Los proyectos se dividen en periodos de tiempo de 2 a 4 semanas denominados 'iteraciones', que a su vez se dividen en dos categorías: hitos y sprints. Estas iteraciones abarcan aspectos como alcance, planificación preliminar, diseño inicial, desarrollo, demostración y retroalimentación del cliente, así como la implementación de cambios necesarios en el software.
• Acomodar requisitos cambiantes: La flexibilidad inherente permite ajustar y adaptar los requisitos a medida que evoluciona el proyecto.
• Retornos inmediatos: Los ciclos cortos de entrega permiten obtener rápidamente resultados tangibles, lo que facilita la evaluación y feedback temprano.
• Coordinación cercana: La interacción constante con el cliente promueve una colaboración estrecha y eficiente a lo largo de todo el proceso.
• Flexibilidad: La capacidad para responder rápidamente a cambios y prioridades emergentes mejora la capacidad de adaptación del equipo.
• Individuos sobre procesos: Se valora más la habilidad y creatividad de los individuos que la rigidez de los procesos establecidos:
• Software funcionando con documentación completa: Se prioriza la entrega de software funcional y operativo, sin descuidar la documentación necesaria para comprender y mantener el sistema.
• Responder al cambio sobre el ‘seguir un plan’: La adaptabilidad a cambios en los requisitos y prioridades es más valiosa que seguir un plan detallado desde el principio.